Búscame en África

África aún no existe para Rogelio. Pronto escuchará su nombre. Más tarde lo incluirá en el arcón de las esperanzas junto a la risa de su amada. Entre los mapas donde se cobija todo cuanto se pierde, todo cuanto se amó y casi se olvidó. Existe una ruta que conduce a los desiertos, los palmerales, los reinos perdidos, las reinas deseadas y asesinadas, los profetas de dioses brillantes, los sueños tejidos entre sedas y esmeraldas… Cartas de navegación, cartografías codiciadas: África.

El mundo conocido, los caminos de barro, los muros de la casa, el rumor del mar, la neblina permanente y esa sensación de sofoco al respirar un aire viciado por miedos sin nombre, se transformará cuando Rogelio sueñe con África. Y el dolor tendrá un sabor a risa, la de Lisseta. Aún le faltan años para llorar mansamente sobre unos versos desconocidos todavía.

Noiva miña

Vestida de lúa…

Senteime a proa

Fumando a miña pipa

Pero outra noite pensaréi en ti.

De momento corretea ofreciendo meriendas a cambio de abrazos, aterido de frío el corazón y sin saber qué le falta, tan sólo notando el peso de un inmenso hueco en algún lugar del alma. El amor y el dolor brillan en la noche como los colmillos de un lobo al acecho, un lobo hambriento. Mientras, la lechuza vigila y los niños duermen ignorando su acecho.

Caminamos, durante años, ignorando el abismo. Un día, tan sólo durante un segundo, sentimos nuestros pesos flotando sobre el infierno.

Rogelio sospecha que su familia guarda un secreto. Un secreto oscuro, capaz de volver mudos a quienes podrían contarlo. A los nueve años, diez dentro de apenas unos días, el mundo de los adultos puede resultar tan confuso como un libro escrito en otro idioma. Todo lo arropa el silencio como una segunda piel y todos viven su propia pesadilla sin apenas rozarse: la tía Josefina encerrada en el cuarto; un padre casi prófugo en su cuartel; un abuelo inmóvil y mudo como un lagarto seco; las confusas explicaciones de Cándida o Leal junto con las miradas hoscas y huidizas de los vecinos… Pistas que no logra descifrar.

Blanca Álvarez (fragmento del libro Búscame en África, disponible en Biblioteca Juana Keiser)