Los niños estaban más revueltos que de costumbre. Habían regresado del recreo y no tenían muchas ganas de estudiar.
-¡Un poco de silencio, por favor! ¡Esto parece un gallinero! –grito don Manuel, el profesor de matemáticas.
Y si bien era evidente que los niños no eran gallinas, la clase sí que parecía un corral. No terminó don Manuel de decir aquello cuando Adrián, el niño más alto de la clase, cacareó desde su pupitre, a lo que siguió una risotada de todos los alumnos.
-No tiene ninguna gracia, Adrián. ¿Quieres llevarte trabajo para casa? ¿Copiar quinientas veces: “No diré quiquiriquí en clase de matemáticas para hacerme el graciosillo”?
El silencio se hizo en clase y don Manuel sonrió.
-Eso está mejor… Bueno, ayer comenté que ya era hora de empezar con el álgebra. ¡Guillermo! ¿Sabes qué es álgebra?
Guillermo miró a su compañero de mesa, buscando información.
-¿Ainhoa? –insistió don Manuel-. ¡Alejandro? Pero, bueno, no os quedéis tan callados ahora. El álgebra –empezó don Manuel- es una parte de las matemáticas en la que se emplean números, letras y signos para resolver operaciones aritméticas. Las letras representan el valor de algo que desconocemos, y lo llamamos a, b, x o y, aunque podemos usar la letra que queramos.
Jorge de Barnola (fragmento del libro Al-Jwarizmi y la magia de las matemáticas, disponible en la Biblioteca Juana Keiser)