El caso de Papá Noel

El “regalito” de Precioso

Martes, 1 de diciembre

-Si ya lo digo yo siempre. ¡Los chicos sois tontos!

Charly abrió los ojos como platos.

-¡Oye, Estefi, no saques las uñas, que yo sólo te he hecho una pregunta!

¡Menuda mentira! Desde que esta mañana le vi por primera vez en el pario del colegio, ha ido detrás de mí como un perrito faldero, dándome la lata. Y ya estábamos en el último recreo. Pero yo aún quería hacerle rabiar un rato más.

-Pues claro que sois tontos. Yo al menos no conozco a ninguna chica que haya pedido por su cumpleaños un juego de ordenador sin tener siquiera un ordenador.

-¡Pero tú sí que tienes ordenador!- exclamó Charly por décima vez esa mañana-.Y mi hermano no me deja ni acercarme al ordenador que tenemos en casa. Además, no es sólo un juego de ordenador. Estoy seguro de que nos será muy útil e nuestra agencia de detectives.

-¡Agencia de detectives! ¿Qué agencia detectives?

Los ojos de Charly se abrieron aún más.

-¡Lo sabes perfectamente! Al fin y al cabo, eres miembro de mi agencia de detectives Charly & Company.

-¡Charly & Company!¡No me hagas reír!¿Acaso tienes algún caso que resolver? Además, no creo que con tu nuevo juego uno pueda ser mejor detective.

-¿Y tú cómo lo sabes di todavía no has jugado con él? Va de que hay que perseguir a un delincuente por todo Londres. Y sólo se le puede atrapar si se e un buen detective. Eso al menos pone en la caja.

-¿Qué? ¿Hablando otra vez del juego de ordenador, no?- escuché detrás de mí.

Era Rabanito, mi hermano mellizo. En realidad se llama Óscar, Óscar Rademacher, pero desde que alguien le dijo que parecía un rabanito, se quedó con el apodo. Algunas veces me da pene, porque todos los de su clase se meten con él por ser tan bajito. Hasta yo se saco la cabeza, y eso que soy de hermana melliza.

-Oye, Rabannito, ¿no podrías convercer a tu hermana se lo conveniente que sería para Charly & Company probar mi nuevo juego en su ordenador?- le rogó Charly.

-Venga, Estefi…..-dijo él.

Allí donde surja una discursión, mi hermano intenta poner paz.

-Ya le has hecho sufrir suficiente tiempo. Además, estoy seguro de que a ti también te pica la curiosidad por ver ese juego.

Lo malo de ser hermanos mellizos es que me conoce muy bien.

-Puede ser- contesté yo-. Pero eso no significa que cualquiera pueda tocar mi ordenador.

-¿Cualquiera?- exclamó Charly-. ¿Acaso yo soy cualquiera? ¡Después de todo, piensa que formamos parte del mismo equipo!

Joachim Friedrich (fragmento libro El caso de Papá Noel disponible en Biblioteca Juana Keiser)