Dicen que existe un país más allá de lo que alcanza nuestra imaginación, donde habitan las letras del abecedario. Allí viven felices y juegan mezclándose con otras letras para formar palabras, con las que luego hablamos y escribimos. Así, cuando la letra P, la I y la E se divierten juntas forman la palabra PIE. Y en verano por ejemplo la S, la O y la L apenas se separan y por eso luce tanto el SOL o a veces la O y la L se van de la mano a darse un baño con la A. Pero en algunas ocasiones las letras también se enfadan y se ponen de mal humor. Es entonces cuando salen del país del Abecedario palabras muy feas que no nos gusta escuchar. Son los insultos y las palabrotas que a veces oímos por ahí. También vienen letras de países extranjeros y algunas se quedan para siempre, como la W, que en realidad son dos V hermanas siamesas. Y otras, como la Y, que estaban allí desde hace muuuucho tiempo. Pero había una que siempre estaba callada y algo triste. Era la H.
– ¿Qué te ocurre que siempre estás tan callada?- le preguntó un día la letra M.
– Pues que cuando estoy con las demás letras me vuelvo muda, es como si no estuviese. Por eso casi siempre se olvidan de mí. – le respondió H.
– Pero tú haces palabras tan bonitas como HELADO, BÚHO, HÉROE, HOJA…- le dijo M.
– Ya, pero como siempre estoy callada nadie se da cuenta de que estoy. Si no estuviera, nadie lo notaría…
La letra V que escuchó lo que pasaba se acercó:
– A mí me pasa algo parecido- le dijo a H. Siempre me confunden con la letra B, y no nos parecemos. ¡Ella tiene barriga y yo no! Pero te voy a presentar a una amiga con la que te vas a llevar muy bien.
V llamó a su amiga C y fueron rápidamente a ver a H.
– ¿Así que crees que no vales para nada?- le preguntó C.
– Sí, eso creo – dijo H
– Pues a mí me sirves de mucha ayuda. Sin ti HECHO sería ECO y un CACHO, un CACO y confundiríamos POCHO Y POCO.
– Si tú no estuvieras no existirían las CHuCHerías, ni los CHupetes, ni la CHina, ni sus CHinos, ni las CHispas, ni los CHicos y CHicas CHiquitines… – añadió M.
Y de este modo fue como la letra H empezó a sentirse mejor. Y se dio cuenta de lo importante que era ayudando a los demás. Así que la letra C y la letra H se fueron charlando en coche a tomar chocolate con churros con el que se chuparían los dedos, o mejor una horchata de chufa antes de darse un chapuzón. Mientras tanto ya se acercaban la F, la I y la N. Así que no nos queda más remedio que decir: Colorín Colorado este cuento… se acabó…