Gulita, era una linda nubecilla que quería jugar con los niños.
Los saludaba, pero estaba tan alto que nadie la escuchaba.
Le dio tanta pena que comenzó a llorar y las gotas empezaron a caer.
“¡Entrémonos, vamos a mojarnos!”, dijo la pequeña Magdalena.
Y la nubecita se fue muy triste.
Pasaron los días y sólo el señor Sol visitaba a los niños.
Ellos tenían calor y sed, y las plantitas comenzaban a secarse.
Entonces, Magdalena se acordó de la nubecita y le cantaron fuerte:
“Gulita, Gulita, queremos agüita, las flores eran bonitas y ahora tienen penita”.
La nube andaba cerca y de pura felicidad lloró.
Los niños ahora celebraban la lluvia, no tenían calor y las plantitas volvieron a crecer.
Ximena Andrea Díaz Carrasco